verdad

La Excepción

¿Y qué tal si…?
Hacemos una excepción,
y nos ahorramos las mentiras.

Los “por siempre” y “para siempre”.
Eternamente”, “hasta el infinito…”
“de ida y vuelta”.

Dejamos de contar estrellas,
pensar en “hasta la muerte”;
reglas ilógicas y de incondicionales.

Nos olvidamos…
de princesas y príncipes,
de cuentos de hadas;
sapos y seres de fantasía.
Ángeles y diosas,
criaturas soñadas.
De musas y poesía.

De magia y cupido,
de paraísos e irrealidades.
Desfallecer por ausencia,
de frases empalagantes;
motes cursis y diminutivos.

Qué tal si…
Le ponemos caducidad,
lo consumimos y continuamos.
Felices y libres,
sin rutinas o cadenas;
sin papeles o argollas,
sin rituales o promesas.

¿Y qué tal si?
A esa excepción
le ponemos nombre
y la llamamos amar.
Amar de verdad.

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Puede que pueda

Puede que pueda estar equivocado, que nada sea o quizás al contrario. Y este sea el porqué de la duda, el temblor de mis manos y la rabia que me inunda. Nada es dogma o verdad completa, soy consciente y no es lo que me aterra.

Puede que pueda seguir soñando, viviendo en diferido y por ello este sonriendo. Que este letargo sea el anestesiante idilio, el levitar del alegre ilusión; el lento andar del mundo. La realidad negada del desastre en potencia.

Puede que pueda estar en lo cierto y todo este perdido, que nada tenga sentido o quizás al contrario.

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Manifiesto

Soy un desastre en potencia, debo anunciar; porque nada será si desconoces la verdad. De mi la cordura hace tiempo se fugó en busca de utopías, cazando la eternidad. Mi corazón sufre de narcolepsia y terror  nocturno, en cualquier latido puede ser víctima de sueño. Tengo conciencia nerviosa que se inquieta con facilidad, lo alteran las acciones de mis vecinos; comienza a temblar.
Aún conservo mi infantil inocencia, acompañada de una adolescente inmadurez y un ánimo senil. Un humor sarcástico que tiende ser burlón, insensibilidad momentánea y remordimientos constantes. Empatía dolorosa, bondad reprimida por la cual ocasionalmente soy confundido como incorregible pendejo idealista. No soy confiable y tiendo a ser una mala influencia, si molesto me quedo.
Algún tiempo deje de tener amigos, por lo que aún me cuesta fiarme de ellos. Me asustan los extraños que no tienen vicios. Mis modelos a no seguir incluyen algunos religiosos, por ahora no me preocupa el cielo; aunque hace mucho tiempo deje de ser ateo. Creo, pues mi alma vibra con la armonía del universo. Dudo, pues es mi naturaleza cuestionarme y más cuando ensordece el silencio.
Pensándolo un poco quizás decir desastre es exagerar, aún hay más por enunciar; si mañana sigues por aquí lo sabrás.

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