tiempo

Trago Vintage

He venido a dar aquí por un golpe de azar, del destino, como muchas cosas de la vida o al menos de mi vida. Después de caminar por un buen rato, me entrado la urgencia de tomar un trago para poder asimilar todo aquello que me ocurría. Sin averiguar más entré al primer lugar bajo el anuncio de bar que he visto, al despertar de aquel trance que me mantenía andando sin rumbo.

“¿Qué mas da donde se embriaga uno mientras se tenga dinero para pagarlo?”, pensé; igual podría tomar un coñac o un mezcal, que en se momento la urgencia era simplemente de alcohol.

Justo al cruzar el umbral me di cuenta de haber dado un salto en el tiempo. «¿Qué podía esperar? ¿Una cantina de mala muerte como aquellas a las que estoy acostumbrado?”, me pregunté.

Aun así, no deja de ser un lugar extraño, ausente del presente, un lugar que ha quedado suspendido: atrapado en los 60’s si tuviera que ubicarlo. No seria el primer bar temático del mundo en el que me encuentro, pero este va más allá. Cada persona aquí sentada es fiel a la época: en su vestir, en cada ademan, incluso en su mirar. Y eso es lo que me perturba, me siento extraído del tiempo, de mí tiempo, de este retrato soy un completo extraño. Soy ajeno a este espacio, a este momento y creo que todos alrededor se han percatado, puedo verlo en sus ojos.

Cada paso me parecía eterno, justo podía sentir como el tiempo iba entumiéndose al mismo ritmo de mi cuerpo. “¡Que lejos pusieron esa jodida barra!”, pensaba con angustia mientras observaba al cantinero detrás de ella, que con un gesto monótono limpiaba un vaso y me devolvía la mirada.

Mientras avanzaba con lentitud, sentía crecer una resequedad en mi boca que comenzaba a volverse insoportable… quizás acrecentada por aquel lugar o simplemente me comenzó a superar aquella realidad que debía vivir ahora.

Aquel bar se había sumido en silencio desde el momento en que yo había cruzado la entrada, solo el raro estruendo de las manecillas del reloj rompía aquella lúgubre calma.

Entonces, finalmente llegue hasta la barra.

─ Buenas tardes. ─ Dije, con calma.

─ Buenas tardes, caballero. ¿Qué le servimos? ─ respondió el cantinero, dejando el vaso que mantenía en sus manos bajo la barra.

Wiski ─ dije con parquedad.

─ ¿Alguno en particular? ─ cuestionó el cantinero.

─ El que sea esta bien ─ dije ─ me da igual.

El cantinero giro con calma tomando una botella que se encontraba detrás de él, llena de aquel liquido ámbar, lo sirvió en un pequeño vaso. Sus movimientos eran lentos y precisos, mientras volvía su cuerpo con la misma tranquilidad que había servido comenzó a cerrar la botella para regresarla a su lugar.

─ ¡Déjala! ─ exclame con rapidez, aunque parecía más bien que había gritado sin percatarme. Inmutable, el cantinero dejo la botella junto a mí, tomo el mismo vaso que tenía en sus manos hace unos instantes.

Me echo una larga mirada, mientras yo bebía el contenido del vaso de un solo trago. ─ ¿Problemas? ─ Preguntó.

─ Si ─ respondí, él destapo una vez más aquella botella para llenar mi vaso.

─ ¿Mal de amores? ─ Cuestionó una vez mas.

Yo asentí… entonces el sonido regresó por completo y con él, el tiempo. El mundo volvió a la normalidad, por fin pertenecía a ese lugar.

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Happy fucking birthday to me

Y una vez más he completado una vuelta alrededor del sol, suman veintiséis desde que nací; cumpleaños le dicen. Es un tanto raro escribirlo, pasar esa línea de los veinte años y acercarse a los treinta; solo tengo que aguantar algunas vueltas más en pie. Simple.

Luego recuerdo que tengo un conflicto con el tiempo, con el Señor Tiempo. En algún momento se detuvo para mi, entonces deje de crecer (aunque no de envejecer que seria afortunado de cierta manera); y me descubrí siendo el mismo durante varios años, inmutable.

No es culpa del tiempo, simplemente no quieres ser como los demás”; dicen y supongo que es verdad. Así fue como quede fuera de lugar, suspendido en el tiempo; atrapado en un déjà vu permanente y necio a vivir el mundo como creía que debía ser. Nada simple.

Es curioso como el tiempo cambia las cosas, me gusta creer que es siempre para bien; aunque a veces las cosas se sientan un tanto jodidas. ¿Qué mejor forma de crecer que a través de la adversidad? Por eso me gusta llamar este año como el año en que comencé a crecer, después de perderme como nunca lo había estado; me descubro siendo el mismo aunque un poco más completo. Mas yo, sí eso es posible.

Crecer es fácil, nadie nunca dijo. Aun sigo buscando algunas partes de mí, entre lo que creo y es; buscando el equilibrio para mantener la cordura. Ojala y el Señor Tiempo este de mi lado.

«Mi Cumpleaños» – Hombres G

«Hoy es mi cumpleaños… Felicítame.»

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Moriré

Moriré un lunes por la mañana justo cuando el sol comienza a salir, mientras el nuevo día nace; mi vida llegara a su fin.

Moriré por la mañana, porque morir en la noche o en la madrugada es de impacientes; solo aquellos que no pueden esperar el momento se adelantan a él. Moriré por la mañana porque creo que morir por tarde es de imprudentes, que aun a sabiendas que deben morir; no tienen la consideración de hacerlo a primera hora como si postergándolo unos instantes no fuera a suceder.

Moriré en lunes, porque creo es el día correcto para morir; de esta forma a nadie le arruino sus planes de entre semana y mucho menos su fin de semana. Moriré un lunes en la mañana para que la multitud no note mi ausencia, para que mis compañeros piensen que me quede dormido; para que nadie me extrañe al menos por unas horas.

No tengo idea de cuando moriré, no tengo prisa porque ocurra; pero tampoco tengo miedo. Cuando llegue ese lunes por la mañana estaré preparado.

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Aquella noche envejecí

Dejé la luz a un lado, y en el borde
de la revuelta cama me senté,
mudo, sombrío, la pupila inmóvil
clavada en la pared.

¿Qué tiempo estuve así? No sé; al dejarme
la embriaguez horrible del dolor,
expiraba la luz y en mis balcones
reía al sol.

Ni sé tampoco en tan horribles horas
en qué pensaba o qué pasó por mí;
sólo recuerdo que lloré y maldije,
y que en aquella noche envejecí.

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Oscura Noche II

La oscura noche me transforma, me devora. El tiempo me envuelve en su manto, me convierte en memoria olvidada. Me pierdo entre tinieblas, me fundo con sus fantasmas.

Mi voz no me pertenece, entre lamentos de sombras que recitan el mismo conjuro pierde fuerza y es reducida a silencio. Soy el susurro del viento, la melodía nocturna que entona el mundo.

Existo en la tierra, la recorro; pero no pertenezco más. Vago sin rumbo deseando encontrarte, gritando tu nombre y perturbando tu sueño. Despierta y escucha la oscura noche.





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Intervalo

-Te amo.

Dije, y obtuve el silencio como respuesta acompañado de una sonrisa fingida en su rostro. Intente no darle importancia, seguir adelante; “aun no esta lista” pensé. Pero mi mundo se había detenido en espera de una respuesta.

-Te amo.

Insistí al pasar las semanas, lo dije de la misma forma; pero lo sentía con mayor intensidad y una vez más obtuve el silencio acompañado de su falsa sonrisa. “Le hace falta tiempo”, me dije. Y el reloj prosiguió su andar desmoronándome segundo a segundo.

– Te amo.

Clamé, temblando; aferrado a la esperanza. Era el ofrecimiento de mi alma y una petición de salvación. Era mi mundo suspendido en el instante previo justo al cataclismo. Y una vez mas el silencio, la sonrisa; ahora adornada por un abrazo.

– Te amo.

Me dijo, tiempo después y sonreí en silencio.

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Puede que pueda

Puede que pueda estar equivocado, que nada sea o quizás al contrario. Y este sea el porqué de la duda, el temblor de mis manos y la rabia que me inunda. Nada es dogma o verdad completa, soy consciente y no es lo que me aterra.

Puede que pueda seguir soñando, viviendo en diferido y por ello este sonriendo. Que este letargo sea el anestesiante idilio, el levitar del alegre ilusión; el lento andar del mundo. La realidad negada del desastre en potencia.

Puede que pueda estar en lo cierto y todo este perdido, que nada tenga sentido o quizás al contrario.

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Trece

Me persiguen, estoy completamente seguro de ello; puedo escuchar su implacable marcha. No importa el lugar, no importa mi andar; su acechar es constante. A cada paso los segundos caen sobre mí. Uno, dos; tres…

Imposible escapar de esa turba imaginaria, violenta; que agota lo días y caduca la vida. Somos presas de nuestra creación, de un concepto abstracto empleando por acuerdo; nos controlan y rigen. Pienso en lo efímero y mientras pienso, avanzan. Diez, once; doce…

Y detrás del andar de cada segundo mi hora se acerca, puedo escucharla con claridad; impaciente por llegar. Veinte, treinta, cuarenta…

Me persiguen, se acercan; se agotan. Cincuenta y dos, tick; tack…
Tick, tack… Tick, tack…
Tick, tack.





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