La Excepción
Hacemos una excepción,
y nos ahorramos las mentiras.
Los “por siempre” y “para siempre”.
“Eternamente”, “hasta el infinito…”
“de ida y vuelta”.
Dejamos de contar estrellas,
pensar en “hasta la muerte”;
reglas ilógicas y de incondicionales.
Nos olvidamos…
de princesas y príncipes,
de cuentos de hadas;
sapos y seres de fantasía.
Ángeles y diosas,
criaturas soñadas.
De musas y poesía.
De magia y cupido,
de paraísos e irrealidades.
Desfallecer por ausencia,
de frases empalagantes;
motes cursis y diminutivos.
Qué tal si…
Le ponemos caducidad,
lo consumimos y continuamos.
Felices y libres,
sin rutinas o cadenas;
sin papeles o argollas,
sin rituales o promesas.
¿Y qué tal si?
A esa excepción
le ponemos nombre
y la llamamos amar.
Amar de verdad.