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Sentir

Tengo la constante impresión que el mundo condena los sentimientos, sentir es un signo de debilidad y la debilidad es intolerable. Las emociones forman parte de nuestra naturaleza, y a pesar de ello demostrar su existencia es causa de admiración.

 

Hay sentimientos que son más condenables que otros, que solo deben existir tras cerrar la puerta. Sentimientos que son exclusivos de las mujeres, porque el hombre debe ser fuerte. Algunos que deben ser desterrados al crecer, porque un adulto no debe permitírselos.

Es así porque nuestro entorno (sociedad, religión; cultura, familia; educación, etc.) dicta que sentimientos y en qué medida son correctos. Vivir dentro de esos parámetros es nuestra obligación.

Alguna vez caminé con un ramo de rosas por la ciudad, mientras la gente me observaba. Alguna vez lloré ante una audiencia de extraños. Demostré inocencia o ingenuidad, compasión; temor, tristeza… Debilidad. Y el mundo lo desaprobó.

Puede ser que tenga una mala impresión, que el mundo no condena los sentimientos; que demostrarlos es permitido para todos y por igual. Pero de todas esas ocasiones en que estuve fuera de los parámetros puedo recordar las miradas y los susurros, la certeza de saberme ajeno; diferente. Quizás por ello, supongo que sentir es condenable; porque se castiga lo diferente.

El mundo condena los sentimientos, puede ser. Yo, tengo la fortaleza para demostrar mi debilidad; para sentir en total libertad.

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