diferente

Por encima

— No intentes ser como los demás — me dijo —. Que sean ellos quienes tengan que alcanzarte, que se acostumbren a alzar la mirada para poder verte. No intentes convertirte en uno de ellos, pues implica para ti perder demasiado; mejor deja que ellos luchen por estar a tu nivel y les harás un favor. Tu estas muy por encima de todos ellos.

— Gracias —. Fue lo único que atine a decir, jamás he sabido responder ante un cumplido; quizás porque no estoy muy habituado a recibirlos o más bien, porque no estoy seguro nunca de merecerlos.

La noche avanzaba mientras aquellas personas se sumían en el alcohol, las observaba una a una sin perder atención; no era la primera vez que lo hacía. No debería hacer falta mencionarlo, pero nunca me he sentido parte de ese ambiente o de ninguno que recuerde; entonces comencé a pensar quizás era cierto el halago y por ello yo no encajaba en aquel mundo.

Empecé a sentirme satisfecho y reír para mis adentros de las acciones de aquellos extraños, sus ingeniosos bailes y sus inteligentes conversaciones; los observaba complacido. Y tome un trago, o dos; para celebrar mi nuevo status. Podía sentir la euforia de saberme distinto y quería que cada uno lo supiera también, gritárselo al mundo.

Decidido salí al encuentro de algunos de ellos, fue tanta la emoción que trastabille y termine en el piso; todos comenzaron a reír y yo con ellos. — ¡Pendejos! —. Dije, mientras me reía a carcajadas tumbado en el suelo; los infelices no podían darse cuenta que yo me encontraba por encima de todos ellos.

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Sentir

Tengo la constante impresión que el mundo condena los sentimientos, sentir es un signo de debilidad y la debilidad es intolerable. Las emociones forman parte de nuestra naturaleza, y a pesar de ello demostrar su existencia es causa de admiración.

 

Hay sentimientos que son más condenables que otros, que solo deben existir tras cerrar la puerta. Sentimientos que son exclusivos de las mujeres, porque el hombre debe ser fuerte. Algunos que deben ser desterrados al crecer, porque un adulto no debe permitírselos.

Es así porque nuestro entorno (sociedad, religión; cultura, familia; educación, etc.) dicta que sentimientos y en qué medida son correctos. Vivir dentro de esos parámetros es nuestra obligación.

Alguna vez caminé con un ramo de rosas por la ciudad, mientras la gente me observaba. Alguna vez lloré ante una audiencia de extraños. Demostré inocencia o ingenuidad, compasión; temor, tristeza… Debilidad. Y el mundo lo desaprobó.

Puede ser que tenga una mala impresión, que el mundo no condena los sentimientos; que demostrarlos es permitido para todos y por igual. Pero de todas esas ocasiones en que estuve fuera de los parámetros puedo recordar las miradas y los susurros, la certeza de saberme ajeno; diferente. Quizás por ello, supongo que sentir es condenable; porque se castiga lo diferente.

El mundo condena los sentimientos, puede ser. Yo, tengo la fortaleza para demostrar mi debilidad; para sentir en total libertad.

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