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Hay días en los que las letras huyen, como si no hubiera nada más que decir (aunque en realidad lo haya). En que, incluso las letras que prepare para esos días resultan complicadas de entender y ordenar. Se repiten, me repito.
Tenia una muy buena historia para contar, entonces me di cuenta que ya la había escrito; arranque la hoja y comencé otra vez. Y una vez mas, era lo mismo. Tarde en entender que esa historia la había vivido, una vez y dos; una cuantas. Deje de escribir
Con tiempo lo intentare otra vez, lo esencial es no detenerse.