Recuerdo haber dejado muchas cartitas en mis zapatos, algunas enviadas por globo; lo importante era que yo las debía escribir y que debía llegar a tiempo para que trajeran mis juguetes.
Recuerdo un día, buscar con emoción y no encontrar nada por ningún lado; me había portado mal. Así es como se obtiene un niño realmente triste, aunque poco duro, la tristeza y el castigo; mi abuelita me entrego mi regalo. No soporto ver a su nieto sin la patineta que tanto quería.
Hace tiempo, recuerdo a mi mamá ayudándome a escribir la cartita, platicarle con mi papá de lo que había pedido; mi abuelita, siendo mi su cómplice. Extraño despertar este día con la ilusión de quien aún cree en magia.