Diarios de Fin del Mundo

Tratando de usar nuevamente mi blog como bitácora, esta categoría contendrá dichas entradas.

noche depresión

113 Las noches infinitas

¿Cómo se distingue un día de otro? El concepto de tiempo es propio de nuestra especie, una convención creada para organizar nuestras vidas (que en realidad podríamos considerar como algo arbitrario), puede sonar un tanto estúpido este planteamiento porque: ¡claro que existe el tiempo!, aunque en realidad aquello que percibimos es el efecto de este sobre el entorno y nosotros (crecimiento/envejecimiento). En realidad, me refiero específicamente a los días, semanas o meses… ¿Cómo sabemos en donde nos encontramos temporalmente sin un reloj o un calendario? Es decir: escribo esta entrada un día martes 13 de diciembre del 2022, y lo sé porque lo puedo ver en mi computadora, pero sin ello solo podríamos capaces de distinguir entre el amanecer, ocaso y noche. 

Desde hace muchos años vivo en un limbo en donde me cuesta distinguir entre días, semanas o meses, producto de la abstinencia de sueño, horas y horas prolongadas de insomnio. En donde dependo totalmente de consultar algún artilugio para saber cuando termina y empieza un día, quizás nuevamente suene descabellado, pero en la oscuridad de la mente la noción de tiempo como lago ordenado se pierde por completo, simplemente se percibe como aquello que consume irremediablemente. 

Algún tiempo (otra vez la palabra) logré escapar de esta maldición, pero por alguna razón siempre retorna a mi vida, sumido en el eterno uróboro provocado por la depresión. Noches infinitas de revolver las sabanas, consumir tabaco y medicación, todo en un intento fútil de darle orden al caos. Y constantemente me preguntó desde, ¿cuánto tiempo seguiré viviendo así?, ¿algún día llegará a su fin?

Supongo poco sentido tienen estas letras, porque nada he dormido al escribirlas, pero justo por ello he comenzado a escribir este diario del fin del mundo (mi mundo). Otro día, otra noche, el mismo vacío… 

christmas, gift, box-6832802.jpg

Los Reyes Magos

 

Recuerdo haber dejado muchas cartitas en mis zapatos, algunas enviadas por globo; lo importante era que yo las debía escribir y que debía llegar a tiempo para que trajeran mis juguetes. 
 
Recuerdo un día, buscar con emoción y no encontrar nada por ningún lado; me había portado mal. Así es como se obtiene un niño realmente triste, aunque poco duro, la tristeza y el castigo; mi abuelita me entrego mi regalo. No soporto ver a su nieto sin la patineta que tanto quería. 
 
Hace tiempo, recuerdo a mi mamá ayudándome a escribir la cartita, platicarle con mi papá de lo que había pedido; mi abuelita, siendo mi su cómplice. Extraño despertar este día con la ilusión de quien aún cree en magia.

 

 

crescent, moon, balloon-4875339.jpg

Sentir

Tengo la constante impresión que el mundo condena los sentimientos, sentir es un signo de debilidad y la debilidad es intolerable. Las emociones forman parte de nuestra naturaleza, y a pesar de ello demostrar su existencia es causa de admiración.

 

Hay sentimientos que son más condenables que otros, que solo deben existir tras cerrar la puerta. Sentimientos que son exclusivos de las mujeres, porque el hombre debe ser fuerte. Algunos que deben ser desterrados al crecer, porque un adulto no debe permitírselos.

Es así porque nuestro entorno (sociedad, religión; cultura, familia; educación, etc.) dicta que sentimientos y en qué medida son correctos. Vivir dentro de esos parámetros es nuestra obligación.

Alguna vez caminé con un ramo de rosas por la ciudad, mientras la gente me observaba. Alguna vez lloré ante una audiencia de extraños. Demostré inocencia o ingenuidad, compasión; temor, tristeza… Debilidad. Y el mundo lo desaprobó.

Puede ser que tenga una mala impresión, que el mundo no condena los sentimientos; que demostrarlos es permitido para todos y por igual. Pero de todas esas ocasiones en que estuve fuera de los parámetros puedo recordar las miradas y los susurros, la certeza de saberme ajeno; diferente. Quizás por ello, supongo que sentir es condenable; porque se castiga lo diferente.

El mundo condena los sentimientos, puede ser. Yo, tengo la fortaleza para demostrar mi debilidad; para sentir en total libertad.

typewriter, alphabet, letter-5065594.jpg

02

El parpadear del cursor es una visión común al intentar escribir, al parecer la necesidad solo surge con la imposibilidad de ser satisfecha. Estoy habituado a ello, puede ser que se haya convertido en mi pretexto preferido; la ausencia de inspiración.
 
¡Ey! Hoy voy a escribir. — Fácil, lo complejo llega al instante y más siendo consciente de que las letras están ahí; pero se niegan a presentarse en un orden coherente o en ocasiones en cualquier orden. Supongo es el miedo.
 
Cuando escribimos, entre líneas se esconde nuestra personalidad; puede ser solo una imagen parcial y difusa. Lo real, es que forma parte de nosotros. De ahí surge el temor, mi temor.
 
Pues bien, esto me he propuesto; enfrentaré todos mis miedos. Y aquí estoy escribiendo, porque hoy soy consciente que detenerse no es opción y que se debe dar cuerda al reloj de la vida.

 

desk, ink, feather-1869579.jpg

Uno

La necesidad existe, se hace presente constantemente; surge de los momentos y las emociones. No es algo nuevo o ajeno, aunque se llega a presentar sin la inspiración requerida o la mínima deseada; dejar fluir letras se torna complejo porque sin duda llevan consigo una parte mí. 
 
Ha pasado tiempo desde mi última entrada, y ese tiempo hace la diferencia; aunque podría decir que he cambiado la realidad es que sigo siendo el mismo. Simplemente deje de intentar ser lo que deseaban, de ser quien pensé que era y ahora solo quiero ser. Inventarme cada día, ser todo lo que puedo sin dejar de ser quien soy.
 
Por eso empiezo una vez más y cuando la necesidad se haga presente, poder saciarla en este lugar. Escribir por una razón o sin razón, con o sin inspiración; real o imaginario. Y esta vez, sin ser alguien más.
 
Este es quien soy, quien quiero; este es mi blog y aquí con palabras me creare.