abril 2012

053

Quisiera escribirlo, pero no puedo; ni yo mismo soy capaz de entender.
Solo hay días que es más fuerte que yo y me engaño.
Eso es todo, repetir la mentira hasta hacerla real.
Aunque hasta ahora no ha funcionado.
Nada mas queda.
Nada.
Oscuridad, guárdame.
«Ayer» – Disidente

Aquella noche envejecí

Dejé la luz a un lado, y en el borde
de la revuelta cama me senté,
mudo, sombrío, la pupila inmóvil
clavada en la pared.

¿Qué tiempo estuve así? No sé; al dejarme
la embriaguez horrible del dolor,
expiraba la luz y en mis balcones
reía al sol.

Ni sé tampoco en tan horribles horas
en qué pensaba o qué pasó por mí;
sólo recuerdo que lloré y maldije,
y que en aquella noche envejecí.

Por encima

— No intentes ser como los demás — me dijo —. Que sean ellos quienes tengan que alcanzarte, que se acostumbren a alzar la mirada para poder verte. No intentes convertirte en uno de ellos, pues implica para ti perder demasiado; mejor deja que ellos luchen por estar a tu nivel y les harás un favor. Tu estas muy por encima de todos ellos.

— Gracias —. Fue lo único que atine a decir, jamás he sabido responder ante un cumplido; quizás porque no estoy muy habituado a recibirlos o más bien, porque no estoy seguro nunca de merecerlos.

La noche avanzaba mientras aquellas personas se sumían en el alcohol, las observaba una a una sin perder atención; no era la primera vez que lo hacía. No debería hacer falta mencionarlo, pero nunca me he sentido parte de ese ambiente o de ninguno que recuerde; entonces comencé a pensar quizás era cierto el halago y por ello yo no encajaba en aquel mundo.

Empecé a sentirme satisfecho y reír para mis adentros de las acciones de aquellos extraños, sus ingeniosos bailes y sus inteligentes conversaciones; los observaba complacido. Y tome un trago, o dos; para celebrar mi nuevo status. Podía sentir la euforia de saberme distinto y quería que cada uno lo supiera también, gritárselo al mundo.

Decidido salí al encuentro de algunos de ellos, fue tanta la emoción que trastabille y termine en el piso; todos comenzaron a reír y yo con ellos. — ¡Pendejos! —. Dije, mientras me reía a carcajadas tumbado en el suelo; los infelices no podían darse cuenta que yo me encontraba por encima de todos ellos.

Pregunto

Donde nace la mejor poesía, de la pluma o el teclado; de la alegría o el dolor.
De aquella libreta que deje olvidada con versos de poemas que nunca termino.
Surgen de la realidad o de la fantasía, de aquello que deseo y no tengo o de lo que puebla mi vida.
Se alimentan de besos y caricias o de lágrimas y heridas.
De miedo o fortaleza. De dudas o respuestas.
Que poesía es la más bella, la que habla de felicidad o de tristeza; de lo etéreo o lo mundano. La que existe o la que aún no se ha escrito, la que se lee y vive o la que termina en olvido; la que todos conocen o aquella que solo a mi me pertenece. Habla de odio o amor, de ti o de todo el mundo. 
Escrita con  tinta o sangre, cincelada en roca; trazada sobre arena o como un suspiro. Construida de palabras fuera de contexto, sin ningún orden o estilo; acompañada de rimas o carente de ellas. Simple o rebuscada, con alguna pendejada para no tomarse en serio.  
O quizás en forma de prosa adornada, llena de estrellas o alguna luciérnaga; por aquello del brillo. Debería volar, algo que nos haga sentir un poco más cerca de lo divino o nos recuerde que del barro hemos nacido.
Tiene sentido o razón, obedece alguna regla; debe poseer un color o desarrollar un tema. Inconclusa… 
Solo pregunto.

Carentĭa

He despertado presa de la incertidumbre
o con la certeza de la ausencia.
El olvido presente,
una omisión ignorada;
una perdida como enigma.

Algo o alguien,
no logro descifrar.
Solo percibo el mundo distinto,
un poco fuera de lugar.

Recorro mi andar
con calma, para poder responder.
¿Qué es eso que echo de menos?
¿Y dónde lo he dejado?

Reviso mis bolsillos
y lo que llevo encima,
hago memoria
y me cuestiono lo vivido.

De pronto, soy consiente;
y me doy cuenta.
Me descubro incompleto,
en un mundo extraño.
Y soy presa del vacío.